En el corazón de la innovación y el progreso económico yace el emprendimiento científico, un campo que en Latinoamérica enfrenta desafíos significativos. Mientras la región rebosa de talento y creatividad, la falta de un ecosistema robusto que apoye la transición de la investigación al mercado está provocando una fuga de cerebros hacia naciones con infraestructuras más desarrolladas. Este fenómeno no solo afecta el progreso científico local, sino que también impacta directamente en la competitividad económica de los países latinoamericanos en el escenario global.
El camino del laboratorio al mercado está plagado de obstáculos en la región:
La estructura académica en Latinoamérica a menudo está desconectada de las realidades del mundo empresarial. Esto crea una barrera significativa para los investigadores que buscan comercializar sus descubrimientos.
El capital de riesgo y la inversión en etapas tempranas son escasos en comparación con mercados más maduros como Estados Unidos. Esto limita severamente las posibilidades de crecimiento de las startups científicas.
Las innovaciones científicas suelen requerir años de desarrollo antes de llegar al mercado. Este largo período de gestación desalienta a muchos inversores potenciales.
Los mercados regulados, como el de la biotecnología, presentan desafíos adicionales en términos de cumplimiento y aprobaciones gubernamentales.
Cristián Hernández, socio general de Zentynel Frontier Investments, señala: "Emprender en ciencia es algo doloroso y para mentes fuertes y hay que estar dispuesto a sufrir un poco. Se necesita de un entorno donde te comprendan, no solo para poner el dinero, sino para que te orienten y se acorte la curva de aprendizaje".
Muchos investigadores latinoamericanos optan por migrar a Estados Unidos, donde encuentran:
Un ecosistema de innovación más maduro
Mayor acceso a capital de riesgo
Redes de mentores y asesores especializados
Mercados más grandes y receptivos a nuevas tecnologías
Esta migración no solo representa una pérdida de talento para Latinoamérica, sino que también dificulta el seguimiento y registro de las startups fundadas por latinos en el extranjero.
El proceso de convertir una investigación en una empresa viable implica varios pasos cruciales:
Los investigadores deben reconocer cuando sus descubrimientos tienen potencial para resolver problemas del mundo real.
Es común que se formen equipos que combinan expertise científico con habilidades de gestión y comercialización.
Muchas veces, los institutos de investigación negocian con empresas para transferir la tecnología, permitiendo una comercialización más eficiente.
Hernández añade: "Normalmente una empresa biotecnológica es fundada por un grupo de dos o tres personas".
A pesar de los desafíos, están surgiendo iniciativas prometedoras:
Zentynel Frontier Investments, por ejemplo, se enfoca en invertir en startups de biotecnología en etapas tempranas.
Algunos países están implementando programas de financiamiento y apoyo para emprendimientos científicos.
Se están forjando alianzas más estrechas entre universidades y empresas para facilitar la transferencia de conocimiento.
La inversión juega un rol crítico en el desarrollo del emprendimiento científico:
Los fondos de inversión ángel y gubernamentales son cruciales en las fases iniciales de las startups científicas.
Se requiere mayor capital para apoyar a las empresas que están comenzando a despegar.
Hernández destaca: "Hasta la fecha el fondo ha invertido ocho millones de dólares en startups de medtech, healthtech, biotech y foodtech en etapas de desarrollo early stage, seed y serie A. Su meta para este año es sumar seis startups más a su portafolio".
Por ende, el panorama del emprendimiento científico en Latinoamérica presenta tanto desafíos como oportunidades. Mientras la región lucha por retener su talento y crear un ecosistema más robusto, iniciativas como Zentynel Frontier Investments ofrecen un rayo de esperanza. La clave para el futuro radica en la colaboración entre gobiernos, academia e inversores privados para crear un ambiente que no solo nutra la innovación científica, sino que también proporcione los recursos y el apoyo necesarios para llevar esas innovaciones al mercado. Solo entonces Latinoamérica podrá aprovechar plenamente su vasto potencial científico y competir en la escena global de la innovación tecnológica.
Fuente: El Economista