En un mundo cada vez más conectado, la revolución digital promete transformar economías y sociedades. Sin embargo, ¿quiénes son los verdaderos beneficiarios de esta transformación? Un reciente informe de la ONU arroja luz sobre una realidad preocupante: mientras el mundo desarrollado cosecha los frutos de la digitalización, los países en vías de desarrollo están pagando un alto precio ambiental y económico.
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) ha publicado su informe anual sobre economía digital, revelando un panorama de crecimiento desigual y desafíos ambientales significativos.
El informe destaca cómo la rápida digitalización está impulsando el crecimiento económico mundial. Sin embargo, este progreso tiene un costo oculto:
Los países en vías de desarrollo soportan el mayor impacto ambiental.
Los beneficios económicos para estas naciones son mínimos en comparación con los costos asumidos.
Rebeca Grynspan, secretaria general de la UNCTAD, enfatiza la necesidad de un cambio de paradigma:
"Debemos aprovechar el poder de la digitalización para avanzar en un desarrollo inclusivo y sostenible, mientras mitigamos sus impactos ambientales negativos."
La UNCTAD propone un nuevo modelo para abordar estos desequilibrios:
Consumo y producción responsables
Uso de energías renovables
Gestión integral de residuos electrónicos
Este enfoque busca no solo mitigar los impactos negativos de la digitalización, sino también crear oportunidades de desarrollo equitativo.
Un aspecto crucial del problema es el agotamiento de materias primas esenciales para las tecnologías digitales.
África alberga reservas mundiales significativas:
55% de cobalto
47.65% de manganeso
21.6% de grafito natural
Se estima que la demanda de estos minerales podría aumentar en un 500% para el año 2050.
A pesar de los retos, la UNCTAD ve potencial para un cambio positivo:
Agregar valor a los minerales extraídos
Utilizar los ingresos de manera efectiva
Diversificarse dentro de la cadena de valor digital
Estas estrategias podrían permitir a los países en desarrollo capitalizar sus recursos naturales en la era digital.
El informe de la UNCTAD no solo identifica problemas, sino que también señala caminos hacia soluciones:
Fomentar la colaboración internacional
Invertir en educación y capacitación digital
Desarrollar infraestructuras sostenibles
Implementar políticas que promuevan la inclusión digital
Estas medidas podrían ayudar a cerrar la brecha digital y asegurar que los beneficios de la transformación digital se distribuyan de manera más equitativa.
Por consiguiente, se puede interpretar el informe de la UNCTAD como una clara convocatoria a tomar cartas en el asunto por parte de los gobiernos, entidades corporativas y organizaciones de alcance internacional. El considerable auge de la digitalización lleva inherente una promesa significativa de catalizar el progreso a nivel mundial; sin embargo, esta promesa solo se cristalizará si dicho proceso digital se maneja con un criterio que favorezca la inclusión y la justicia. Enfrentamos hoy un desafío de magnitudes considerables: transmutar el cúmulo de recomendaciones expuestas por la UNCTAD en una serie de estrategias y acciones concretas, acciones que se deben diseñar y ejecutar de tal manera que generen un efecto positivo equitativo en cada rincón del planeta, trascendiendo barreras de capacidad económica de los diferentes países.
Este llamado a la acción no solo resalta la urgencia de incrementar los recursos destinados a la digitalización en regiones menos desarrolladas, sino que también enfatiza la necesidad de fomentar políticas que promuevan la equidad en el acceso a la tecnología. Esto presupone una responsabilidad compartida entre diversas esferas del poder y del saber para que, colaborativamente, se elaboren y se implementen medidas que aseguren que la digitalización actúe como un motor de crecimiento inclusivo. Es imperativo que estas medidas tomen en cuenta los desafíos específicos que enfrenta cada país, adaptando las soluciones para satisfacer cada necesidad particular con la promesa de forjar un futuro donde la tecnología actúe como elemento unificador y no como otro factor de división en la sociedad global.
Fuente: Forbes México